Las
peculiaridades y características de las cruces de mayo fernannuñenses
A primeros de
mayo, muchos pueblos de España, especialmente en las provincias andaluzas de
Córdoba y Granada, celebran las tradicionales “Cruces de Mayo”. Cada pueblo
aporta sus características a esta fiesta popular que tiene su origen en la
antigua Roma cuando, según cuenta la tradición, la madre de Constantino I el
Grande encontró la verdadera cruz de Cristo, un 3 de mayo.
Es esta fecha
la que tradicionalmente se suele tomar para en lo que antaño se celebraba la
aparición de la cruz Cristo, unida al esplendor de la vegetación en la
primavera. Los pueblos adornaban una cruz con flores y celebraban fiestas en
torno a ellas.
¿Cómo son las
cruces de Mayo características de Fernán Núñez?
Las cruces de
mayo fernannuñenses poco tienen que envidiar a las de Córdoba capital. Éstas
gozan de un ambiente y arquitectura privilegiados, pero las del municipio de la
campiña alardean de ser más creativas y originales en sí mismas, ampliando el
escenario a toda la calle y haciendo protagonistas a los vecinos de la misma.
Sin embargo, el fin de ambas es el mismo, recaudar fondos para una cofradía o
asociación.
Las cruces
cordobesas son simples, clásicas, de un solo color o dos, y de tamaño, a veces,
reducido. La calle, plaza o rincón típico cede, casi por completo, el
protagonismo a la misma con poco decorado o muy austero.
Las cruces de
Fernán Núñez utilizan la calle por completo, eliminando el tráfico rodado de la
misma. La distribución de los elementos que la componen asimilan a la planta de
una iglesia, pero sin un techo que la cubra. En primer lugar, al principio de
la calle, tiene lugar la portada, formada por un arco, arcos o puerta. A
continuación se desarrolla un cielo de farolillos, cintas o cualquier otro
elemento colgante provisto de colorido y luz. Las paredes se adornan con
elementos tradicionales: aperos de labranza, tapices con cervatillos o escenas
de la tauromaquia, platos de cobre, “machacaeras”, vestidos de flamenca
antiguos, baúles, carteles de fiestas populares, y macetas, muchas macetas de
gitanillas, geranios, cintas, etc., que los vecinos sacan de sus casas para
mostrar al público. Al final de la calle tiene lugar la cruz de Mayo, en forma
de altar. Esta se alza sobre un podio y se caracteriza por formas y colores
originales a juego con la decoración. Detrás de ella, cerrando la calle, como
en una especie de iglesia, se desarrolla el “retablo”, también a juego con la
portada y la cruz y la decoración en general. Los elementos decorativos pueden
ser de naturaleza acuática (chorros de agua), luz, flores, y con formas que
recuerdan a los estilos artísticos característicos de Andalucía: arte
hispano-musulmán, arte barroco, arte clásico… Otras veces se toman motivos de
monumentos locales, y se reinterpretan para crear la cruz de mayo.
La cruz de
mayo fernannuñense se caracteriza, pues, por ser construcciones efímeras con distribución
en planta basilical, dotada de portada, nave y altar con cruz y retablo y cielo
abierto decorado. Las formas decorativas pretenden renovarse cada año, para
atraer la atención del jurado, llamar con su originalidad al tan apreciado
premio.
Cruces año 1969. Foto: Andrés Raya Saro.
Esta
festividad característica se une a las cruces de mayo infantiles. A diferencia
de aquellas, éstas se convierten en pequeños pasos procesionales. Los pequeños
de la localidad intentan imitar los pasos de la Semana Santa, creando también
originales y llamativas cruces de mayo, dotadas de flores y colores muy
variados. La complejidad de las mismas aumentan conforme aumenta la edad del
pequeño, que participa desde los 3 hasta los 14 años aproximadamente. Dichas cruces inundan las calles de la localidad
con el típico sonido “limosna para la cruz de mayo”. El desfile de las mismas termina
en la Plaza de Armas, donde se entregan los premios a las distintas categorías
participantes.
Por último,
junto a las cruces, se encuentran los patios, rejas y balcones típicos. Todo
este grupo está decayendo en la actualidad. Apenas participan patios y demás rejas y balcones.
Esto se debe a diferentes motivos: el celo de algunos habitantes por mostrar
las zonas comunes de su casa y sobre todo, a la escasez de tiempo para preparar
dichos espacios que, por lo general, dejan poco beneficio, tan sólo el orgullo
de mostrarlo al público y las felicitaciones recibidas. Los premios recibidos
apenas compensan el trabajo dedicado y sólo personas de mayor edad, en su
mayoría, continúan con esta tradición que, lamentablemente, está destinada a
desaparecer.
Como
conclusión: estamos ante un patrimonio cultural intangible que tiene diferentes
desarrollos. El éxito de las cruces de mayo, unidas a la actividad festiva y al
beneficio que obtienen cofradías y asociaciones, permite que éstas se renueven
cada año, mostrando originales y elaboradas escenas. Las cruces infantiles, por
su parte, debido al beneficio obtenido de la recaudación de limosna, se
mantiene estable con el tiempo. En contra, se encuentran patios, rejas y
balcones, los cuales son un patrimonio que tiende a desaparecer, pues se
desarrollan en casas típicas, que cada día son minoritarias por ausencia de
protección del patrimonio urbanístico y requieren un trabajo que aporta poco o
ningún beneficio a su titular. Es en este último punto donde se deben detener
las administraciones para no llevar al destierro esta tradición y que las
generaciones futuras disfruten de tales espacios como hoy día lo hacemos
nosotros.
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